viernes, 4 de septiembre de 2009
Oscuridad y sombras
Refulgía como una estrella, destellaba entre ellas, era la llama que ardía en mi interior, aunque yo sin saberlo, aquel fuego me quemaba lentamente y yo desconocía ese peligro. ¿Qué he de decir?, si por poseer oscuridad dentro de mi y la luz no quería aparecer, yo quería esa oscuridad, quería arder hasta el último pedazo de mi, y quise sufrir hasta el final con ese suplicio, ese... martirio; ¿qué pasó?, un día el llanto apagó esa llama, mi cuerpo chamuscado cesó mi auto incineración, y aquí esto, solo, apoyado en esta roca en la que me apoyo, la roca y las piedras supieron interceptar mis lágrimas, calmando mis sollozos, quisieron soportar mi cuerpo podrido encima de ellas, pero algo me faltaba, ya no resplandecía, la oscuridad consumía todo de nuevo, y ya no estaba ese fuego, pero... ‘‘¡Se hizo la luz!'', en el cielo apareció un nuevo fulgor, y ahora y durante las sombras, tu luz, la luz que iluminaba al fuego, la luz que ilumina mi cuerpo, tu eres y has sido aquel destello que permanece junto a mí, iluminándome.
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