miércoles, 2 de septiembre de 2009

El letrista, la música y el jardin (2ª parte)

Al día siguiente, me levanté de la cama inconscientemente, mis pies me guiaban a las afueras del castillo, ¿qué me pasaba? Estaba hipnotizado; de repente me di cuenta de que algo atravesaba mis oídos, era música, una melodía suave, tan suave que mecía mi cuerpo, como si de un imán se tratase.
Andando estuve buscando el origen de aquel sonido; mis pasos llegaron a un descampado, en el cual se situaba una mujer encima de una roca. Su pelo era largo y rubio, y vestía un elegante vestido blanco; sus manos blandían un violín, el cual tocaba suavemente, parecía que vivía dentro de una burbuja y que si le hablabas estallaría aquella pompa, haciendo que la pobre mujer dejara de tocar. No pude evitarlo, me acerqué y la toqué el hombro.
Al mirarle la cara, parecía inexpresiva, una mujer bastante tranquila.
-Dime que deseas-me dijo.
-Hola, no pude evitar el escucharte, e hipnotizado por tu música vine a verte.
-¿Vienes a por mi música, o solo te conmueve el interés de mi belleza? Debes de ser otro hombre, nada más.
El letrista olvidado dijo:
-Músico frustrado soy yo, es más, quisiera demostrarte que mis líricas se mueven al son del paso de tus notas, de tu música, de tu armonía.
La chica me miró, dijo:
-¿En serio que mi música te inspira?
-Es más, yo vine hechizado por tu música, no por tu belleza.
-Pero…
-Necesito un favor, yo un trato hice con el diablo, y es un tema de suma importancia, necesito que vengas a vivir conmigo a mi castillo, necesito de tu melodía para vivir, pienso cuidarte como a las rosas que me tienes que ayudar a cuidar.
-No se si debería…pero supongo que no es de mi menester privar a nadie de mi música, sobretodo si me lo pide de corazón.
Ya sabes a que mujer me encontré ¿verdad?, sí, eras tú, y aún te recuerdo, a pesar de haber pasado tanto tiempo, ya que cada vez que te veo, veo en ti a la joven que solía tocar aquella melodía.
La melodía que me vio morir mientras íbamos al castillo, ya que era tu canción la que hizo que perdiera la vida, ¿sabes que tu canción dura 2 días? ¿Sabes que cuando llegamos al castillo, me viste morir cuando vi a las rosas marchitas?
Se nos apareció el hombre de la gabardina roja.
-Dije que cuidaras de las rosas, míralas ahora, todas marchitas, lo siento, te vienes conmigo.
Aún te recuerdo llorando al lado de mi cuerpo inerte, tus ojos claros se volvieron grises, lo recuerdo porque lo vi mientras mi alma se separaba de mi cuerpo, las rosas se marchitaron, y yo me fui con ellas, ahora solo me dedico a contarte cada día esta historia sentado junto a ti, mientras tu al lado de las rosas marchitas tocas esa canción que duró 2 días con aquel violín que tan bien sonaba.
Toca jovencita mía, ahoga tus penas, yo siempre estaré a tu lado, invisible como el aire que respiras, mudo como tus sollozos e inodoro, como el olor de tus lágrimas.

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